"y la ciudad de agosto es un quiosco cerrado, la sombra de un volkswagen abandonado" dice quique en una de sus canciones, y así empezó el "mes". No se equivocaba, una vez más la vuelta a madrid se había llenado de expectativas poco a poco, ver a tal o cual persona, ir a la playa, al pueblo, beber en el parque hasta acabar jurando etc etc etc.
Ten ilusión, pero no te hagas ilusiones, reza un consejo de uno de mis mejores amigos, y acertó. El mes empezó cojo, bastante cojo, la gente no estaba disponible, los planes no salían o cambian vertiginosamente y así iba cambiando yo, hacia abajo, (going down down down, como dice la canción de Bruce), pero entonces pasó lo inesperado, llegó el punto de inflexión, mitad del mes, y un magnífico, y algo tormentoso por momentos, viaje a Londres. Londres, una ciudad increíble donde la haya, loca a su manera, muy británica y estirada, pero multicultural y arrastrada por otra. Y ahí empezó la ascensión a los infiernos, donde cada día superaba al anterior, donde el bizarrismo iba en aumento y el control sobre nuestros actos, corporales y sociales, iba en caída libre. Fue un martes, en casa de my dearest friend in the world, donde se dió el pistoletazo de salida, se tocó techo, o eso se creía, y se volvió a la cruda realidad. Solo hicieron falta una botella de crema de orujo, vino, una botella de baileys y el maldito y amado juego de la piramide. Fue un remember de una noche anterior, pero desfasando. Esa noche nadie hincó rodilla, pero hubo amagos. A partir de ese día la sensación de sentirme mohíno y estupido, lleno de una rabia incontenida cambió por una sensación de que todo daba vueltas, de no tener el control y no querer tenerlo, y después de una semana cayendo en la cama inconsciente por el calor, el alcohol y las risas incontenidas volvi a la realidad. Estaba de vuelta, por primera vez en mucho tiempo, no estaba de paso, uno más en los planes cotidianos y absurdos, en comer pipas en el parque o jugar al póker un miercoles, en levantarme temprano para ir a la biblioteca a estudiar, a ver a las niñas pasar, todas acompañadas de su escolta, claro. Esto, por supuesto, hace que marcharse sea más duro, aunque por otro lado hay ganas de volver a "mi vida normal", a mis quehaceres y que obligaciones, en el fondo, echo de menos mi bicicleta. Este mes de agosto, ha sido, como vaticiné, el mejor en mucho tiempo, yo creía que iba a ser por otras cuestiones que no surgieron, por otras personas, otros viajes y otros entretenimientos, y al final la falta de estos recondujo la situación a "lo clásico" a lo que nunca falla. Dejo mucha gente atrás, pero como todo en la vida, van y vienen, uno solo no puede luchar contra la corriente, pero recojo mucha gente "nueva", que se añaden a los que ya estaban... y siguen, todos sabes quiénes son, quiénes sois, porque os lo he ido diciendo de un modo u otro.
Ahora solo me queda recoger todos estos pedacitos de recuerdos y llevarmelos en la maleta para cuando me hagan falta en Munich.
lunes, 31 de agosto de 2009
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